El pulgón, junto a los ácaros, moscas blancas y cochinillas, es una de las plagas más frecuentes en los naranjos. Se trata de un pequeño insecto de apenas unos milímetros de largo pero que pueden ser detectados a simple vista. La variedad de especies proporciona colores tan diversos como verde, amarillo, negro o rojo. Se alimentan de los jugos de las plantas por lo que se suelen encontrar en los brotes más tiernos de las plantaciones donde absorben la sabia y es reconocible por el arrugamiento y deformación de sus hojas.
Debido a sus características reproductivas, su expansión puede variar de unos pocos a cientos o miles en un periodo muy breve de tiempo, por lo que es realmente importante tener la plaga bajo control para impedir que entorpezca el normal desarrollo de la planta.
En Clasol priorizamos esta labor, ya que la calidad de nuestros cultivos es un elemento diferenciador en el mercado. Sus consecuencias pueden llegar a retrasar el crecimiento de la planta, transmitir virus, facilitar la aparición de hongos, atraer otros insectos, etc.
Existen otros factores que favorecen la aparición de este tipo de insectos como la subida de temperaturas, el exceso de riego o la falta de nutrientes.
Para combatirlo, se pueden utilizar diferentes tipos de métodos….
En primer lugar, se debe actuar contra el vector, en este caso es la hormiga la que traslada y reparte el pulgón a lo largo de la planta, esto ocurre porque la melaza que produce el pulgón sirve de alimento para la hormiga.
Para nosotros es realmente importante ser respetuosos con el medio priorizamos su conservación, por ello empleamos aceites vegetales con muy bajo impacto en el entorno en lugar de los insecticidas químicos convencionales, y pese a ser un tanto más eficaces son mucho más dañinos.